5/08/2009

TEXTO DE CHARLENE - EL FINAL IMPREVISTO DE EMMA ZUNZ

Emma terminaba de cumplir lo que se puede definir el crimen perfecto. Había planeado todo hasta el mínimo detalle. Tenía una coartada que ni siquiera la ciencia podía negar. Y sobre todo, nadie conocía su secreto y su plan maléfico. Sin embargo, no podía saber si Loewenthal estaba solo en casa. Nadie habría pensado que ese viudo pudiera tener algún “huésped especial” en casa aquella noche, tampoco Emma. Un testigo no figuraba en sus planes.
Emma estaba todavía saboreando su triste triunfo cuando vio a una mujer empavorecida detrás de la puerta donde se cometió el atroz homicidio. Era la amante de Loewenthal. Emma se quedó helada.
- ¿Qué ha hecho usted?, dijo la desconocida sollozando.
- He hecho lo que tenía que hacer, dijo Emma. Se lo merecía.

Era demasiado tarde para que Emma pudiera declararse una mujer libre. La amante de Loewenthal ya había llamado a la policía. Fue el mismo Loewenthal quien le había solicitado llamarla cuando fue a por el vaso de agua. Sospechaba de Emma y prefería tener la policía a mano.

La policía puso las esposas a Emma. Su plan maléfico no había tenido el éxito esperado. Estaba claro para la policía que Loewenthal no la había violado porque el testigo ocular dijo que había estado todo el tiempo allí y que la había visto cometer el homicidio. Estaba claro que se trataba de un homicidio a sangre fría. Emma fue condenada de por vida en la cárcel que, como su obsesión, era un laberinto sin salida. Allí vivió una vida tranquila porque era incapaz de sentirse culpable del crimen que había cometido. Lo importante era que se había librado de la deshonra del pasado.

Esto es lo que me contó Emma misma durante nuestras sesiones de psicoterapia. Intenté ayudarla pero era bastante obvio que estaba atrapada en un laberinto psicológico. Murió contenta convencida de que había hecho un acto heroico.